Michael Hauskeller
Pienso, pero... ¿existo? Viajes fantaśticos a través de la filosofía
(Ich denke, aber bin Ich?)
Traducción de Vicente Vilana Taix
Año de publicación: 2003
Edición: Diálogo, Valencia,2008
Nos hallamos ante uno de esos libros, tan abundantes en los últimos tiempos, encuadrables en la categoría de divulgación filosófica. Las obras de este tipo siempre requieren algún tipo de “excusa” que justifique su planteamiento o contenidos, la cual ha de ejercer como gancho para el potencial lector, no necesariamente alguien previamente introducido en el mundo de la filosofía. En este caso, y como explica en el prólogo, el autor opta para ello por partir de una idea de Jorge Luis Borges: la de la filosofía como un subgénero de la literatura fantástica, lo cual le pareció a Hauskeller, cuando conoció semejante ocurrencia, “una provocación inaudita, que a la vez revelaba algo de la esencia de la filosofía”. En efecto, lo que en un primer momento nos podría parecer una especie de boutade (aunque no tanto si estamos familiarizados con la particular mirada del maestro argentino), en realidad está expresando la idea de que una de las cualidades de los problemas filosóficos es la de estimular nuestro pensamiento del mismo modo que lo hace la literatura fantástica: mediante el asombro y la intriga, haciendo que nos cuestionemos nuestra visión habitual y asentada del mundo al proponernos determinados problemas o puntos de vista que no se nos suelen presentar en nuestro conocimiento cotidiano o del sentido común…
Pero cuidado, que tampoco se trata de convertir la filosofía en una especie de repertorio de curiosidades o acertijos, sino simplemente de hacer patente que lo descrito constituye el punto de partida de la actitud filosófica (como bien nos explicó ya Aristóteles). Puntualizamos esto porque la literatura de divulgación filosófica siempre se mueve en esa tenue frontera que la pone en riesgo de acabar presentando una imagen distorsionada de la disciplina. En este caso, el autor, de modo acorde con el planteamiento de partida, selecciona teorías filosóficas que, en líneas generales, se encuentran bien lejos de lo más prosaico que nos haya podido ofrecer la historia de las ideas para adentrarse en el terreno de lo auténticamente desafiante para el sentido común; ideas que podrían alimentar ese prejuicio, erróneo pero extendido, de que la filosofía no ofrece más que elucubraciones extravagantes y rayanas en el delirio propias de individuos sin los pies en la tierra (“están locos estos filósofos”). No obstante, podemos concluir que ese efecto indeseable no sería responsabilidad, a la postre, ni de este libro en particular ni de la misma filosofía, sino de quien no adopta la actitud adecuada ante el desafío intelectual que ésta supone.
Por tanto, el autor va a presentar, en cada uno de los breves (de cinco o seis páginas) capítulos, un problema particular (recorriendo distintas áreas: metafísica, epistemología, ontología, filosofía de la mente, ética,…) que “perturba nuestra imagen habitual del mundo”, obligándonos así a suspender nuestra sensación de certeza y a replantearnos aquello que dábamos por sabido. De esta manera, resulta un libro muy apropiado para despertar en el lego el interés por la filosofía (aunque, a nuestro parecer, incurre en el defecto de no exhibir en todo momento la claridad expositiva que le debería a este tipo de público, al cual se supone que va dirigido fundamentalmente), siempre y cuando el lector se encuentre predispuesto a ello mediante una actitud apropiada, como decíamos, y que no es sino la de ser susceptible al estímulo intelectual que puedan ofrecer las ideas que se exponen. De hecho, me lo imagino perfectamente como un texto que podría estimular la vocación filosófica de algún adolescente con inquietudes (y así lo recomendaré a partir de ahora cuando proceda), como bien lo pudo ser en otro momento, y salvando las distancias, el clásico de Russell Los problemas de la filosofía. Pero, por otra parte, no deja de ser una lectura interesante para el especialista (al menos, para esos momentos en que nos apetece algo más ligero de lo habitual), ya que sin duda uno de sus valores reside en la capacidad de recordarnos por qué decidimos, en su momento, dedicarnos a nuestra querida filosofía.
Así
pues, para que terminemos
de saber qué nos vamos a encontrar en estas páginas, hagamos
un rápido inventario de los problemas “fantásticos”
de que se ocupa Hauskeller en
los sucesivos capítulos,
los cuales, por otra parte,
se presentan en un orden no azaroso sino con la pretensión de
proponer
un cierto hilo conductor:
1. La afirmación cartesiana del “pienso
luego existo”.
2.
La pretendida refutación de la anterior tesis de Descartes
desarrollada por George Santayana
(de donde, por cierto, surge
el título del libro).
3. La crítica de Hume al principio de
causalidad.
4. El problema de la inducción, también como
lo expone Hume.
5.
La hipótesis
de Russell, finalmente
rechazada por él mismo, del
“mundo surgido hace cinco minutos”.
6. El rechazo de Nietzsche de la noción de
conocimiento verdadero.
7. La discusión de Putnam acerca de la
hipótesis del cerebro en la cubeta.
8. La teoría de los objetos de Meinong.
9. El argumento ontológico de la existencia de
Dios.
10.
La teoría del conocimiento
de Berkeley del ser como ser percibido.
11.
La filosofía del sentido
común de Moore.
12. Las paradojas espaciotemporales de Zenón:
la carrera entre Aquiles y la tortuga y la flecha inmóvil.
13. Como respuesta a Zenón, la teoría del
tiempo epocal de Whitehead.
14. Las ideas de Schopenhauer acerca de la
muerte individual entendida como una mera ilusión.
15. La concepción mecanicista del mundo
material según Descartes.
16. Intentos de solución al problema
cartesiano de la interacción entre cuerpo y mente: del ocasionalismo
de Malebranche a la teoría de la armonía preestablecida de Leibniz.
17. El
reduccionismo de los procesos mentales a procesos cerebrales desde el
monismo materialista.
18. El pampsiquismo de Fechner.
19. La teoría de Hermann Schmitz de los
sentimientos como entidades objetivas presentes como atmósferas en
el espacio en lugar de como vivencias subjetivas.
20. El experimento mental de Nozick de la
“máquina de experiencias” como medio para rebatir la idea de la
felicidad como bien último autosuficiente.
21. La argumentación de Hare acerca del
derecho a la vida de las personas potencialmente existentes.
22. El derecho a la existencia de la humanidad
futura (y el consecuente deber al respecto de la humanidad presente)
según el principio de responsabilidad de Hans Jonas.
23. La veracidad como deber incondicional según
el principio del imperativo categórico kantiano.
24. La existencia de una responsabilidad sin
límites hacia la preservación de la vida según Albert Schweitzer.
Como
se ve, una selección abundante y jugosa de algunas de las más
sugerentes ideas que se han expuesto a lo largo de la historia de la
filosofía. Suficiente, como decíamos, para despertar el gusanillo
de esta disciplina en
cualquiera con la suficiente capacidad de asombro y curiosidad. Y
para terminar de cumplir con su carácter introductorio e incitador
al mundo filosófico, el
libro se cierra con un apartado en el que se incluyen las referencias
bibliográficas originales de cada uno de los problemas y teorías
expuestos, para así permitir profundizar en cualquiera de ellos más
allá de la exposición sucinta que aquí encuentra el lector.
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