Voltaire
Cándido y otros
cuentos
Selección y nota
preliminar: Paulino Garagorri
Traducción: Antonio
Espina
Alianza Editorial,
Madrid, 1990
Leer a Voltaire
resulta uno de los ejercicios intelectuales más saludables que se
puedan llevar a cabo. Y, además, una auténtica delicia cuando el
objeto de la lectura son sus relatos filosóficos. Aunque cultivó
una gran diversidad de géneros literarios, el mencionado destaca
dentro del conjunto de su obra por su particular interés (que no por
su abundancia, pues constituye una ínfima porción de su
producción). Se trata de textos, en algunas ocasiones de menos de
una decena de páginas y en otras con la extensión de una novela
breve, en los que Voltaire emplea el formato de la narrativa de
ficción para plasmar sus reflexiones acerca de asuntos de diverso
cariz: social, político, teológico, antropológico, psicológico,
metafísico,... Siempre con el talante crítico que le definía,
adoptando principalmente un tono satírico y empleando el recurso de
crear personajes peculiares que, colocados en determinadas
situaciones, ofrecen al autor la oportunidad de poner en su boca las
ideas que, con afán didáctico, desea transmitir al lector.
En otro lugar de
este blog ya comentamos Cándido, sin duda el más célebre de los
cuentos filosóficos de Voltaire, el cual aparece aquí recopilado
junto con otros cuatro del total de veintiséis que produjera, con un
criterio de selección que, en palabras de Paulino Garagorri,
responsable de la edición, "elimina los de ambiente oriental y
retiene los centrados en la sátira del mundo europeo con
transposiciones menos fabulosas. Entre ellos figuran algunos de los
más logrados y justamente famosos. La muestra ofrece así un más
fácil acceso a la sensibilidad contemporánea y una condensación
ideológica que potencia su intención crítica y sus pretensiones
racionalizadoras".
En la nota
preliminar que abre el volumen, Garagorri nos ofrece una introducción
general a Voltaire y su obra, hablando de su papel en la construcción
de las ideas ilustradas, ofreciendo un recorrido por su legado
literario a través de los distintos géneros que cultivó, y
situando al lector ante el género del cuento filosófico.
Y, tras lo anterior,
encontramos los relatos que pasamos a comentar uno por uno.
Memnón o la
sabiduría humana
Memnón decide un
día ser "completamente cuerdo" (propósito que desde el
primer momento el narrador califica como "extravagante" y
de "locura"), lo cual equivale para él al logro de un
completo dominio de las pasiones como vía para la felicidad. Pero a
partir del momento de adoptar semejante intención, comienzan a
sucederle una serie de desgracias en las que se produce,
precisamente, lo completamente opuesto a lo proyectado por el
personaje. Voltaire parece querer darnos a entender la imposibilidad
de realizar lo que Memnón se ha propuesto, hasta el punto de que
puede convertirse en contraproducente, pues "no es posible ser
del todo inteligente, del todo sano, del todo poderoso, del todo
feliz". La conclusión es que no es cierto, como ciertos
filósofos pretenden, que "todo es como debe ser" (tanto
esta referencia como la misma idea del personaje de controlar sus
pasiones pueden remitirnos, por ejemplo y quizás entre otros que
pudiera tener en mente el autor, a Spinoza), sino que el mundo y el
ser humano son imperfectos e inevitablemente alejados de ideal
ninguno. Como en otros de sus relatos, aquí se refleja un
característico pesimismo de Voltaire con respecto a la condición
humana.
Micromegas
Dos seres
extraterrestres (el Micromegas que da título al cuento es uno de
ellos), si bien procedentes de distintos mundos, traban contacto e
intercambian impresiones sobre sus respectivas idiosincrasias y las
de otros habitantes del universo que han conocido. A través de esta
conversación, se refleja la idea de que todo individuo, sea cual sea
el alcance de sus cualidades y dones (la finura de su sensibilidad,
la duración de su vida,...) siempre va a considerarlo escaso y se va
a sentir insatisfecho al respecto. Con ello, al mismo tiempo, se
muestra la relatividad de los juicios de esta índole: lo que para
unos sería muchísimo, para otros es una nadería inapreciable.
Según con quién se nos compare, todos somos al mismo tiempo mucho y
poco, grandes y pequeños (es de suponer que de ahí el paradójico
nombre de Micromegas). Ambos personajes deciden, a continuación,
emprender juntos un viaje a la Tierra. Su contacto con los
terrestres, que sirve así al autor para disponer de un punto de
vista externo sobre ciertos aspectos de lo humano (recurso habitual
en Voltaire el del punto de vista objetivado a través de un
personaje que resulta peculiar con respecto al común de la gente;
personajes como Cándido, el Ingenuo,...), permite al narrador
criticar tales aspectos, como la guerra, que resulta descrita como un
acto absurdo, o las polémicas entre las distintas escuelas
filosóficas. Esta última cuestión sirve a Voltaire al mismo tiempo
para manifestar algunas de sus simpatías (Locke) y antipatías
(Tomás de Aquino).
Historia de los
viajes de Escarmentado
Escarmentado
comienza a viajar desde muy joven y recorre todo el planeta. En todos
los continentes y países, sin excepción, descubre que los hombres
se muestran crueles debido al fanatismo, la intolerancia, los
conflictos religiosos y políticos (todo indica que Voltaire sitúa
la acción en el siglo XVI, con el telón de fondo de las guerras de
religión que asolaron Francia en ese periodo)... A través de las
vicisitudes sufridas por el protagonista, que se acumulan en la
narración numerosas y rápidas, aparecen realidades históricas como
la matanza de San Bartolomé, la Inquisición española o ciertos
personajes que se convierten así en blancos de la crítica directa y
explícita del autor. Tras salvar su vida y su libertad por los pelos
en múltiples ocasiones, el protagonista, escarmentado como su propio
nombre indica, decidirá recluirse en su hogar para llevar una
existencia gris pero "la más grata que se puede aspirar en la
vida humana". Final que, por cierto, coincide en buena medida
con el de Cándido, y que remite a cierto ideal de la Antigüedad,
recuperado en el Renacimiento (y encarnado, por ejemplo, por
Montaigne), del retiro de la vida pública en beneficio del cultivo de
la libertad interior.
Cándido o el
optimismo
Para el comentario
de este relato, remitimos a la entrada correspondiente de este blog
ya citada arriba y que se encuentra aquí.
El hombre de los
cuarenta escudos
Se trata de un
relato algo extraño: quizás fallido, quizás con cierta calidad de
borrador. Aunque mantiene la forma narrativa, la trama es
inexistente, siendo el único hilo conductor la presencia a través
de todo el relato del personaje cuyo apelativo le da título. A
través de ciertas experiencias de éste y sobre todo de sus
conversaciones con diversos personajes, Voltaire toca, como siempre
de manera crítica, una gran variedad de temas: el sistema de cobro
de impuestos en Francia, lo injusto de la desigual distribución de
la riqueza, ciertas teorías científicas y filosóficas, los
privilegios del clero, los castigos penales, los efectos sociales de
las enfermedades venéreas y aun otros más.
Quisiéramos
terminar este comentario con unas palabras de Paulino Garagorri en la
nota preliminar al libro, las cuales pensamos que expresan a la
perfección lo que nos ha de animar a acercarnos a estos relatos de
Voltaire: "Sólo el día en que lo que en ellos se afronta
críticamente -la superstición, el fanatismo, la intolerancia- no
ofrezcan peligrosa influencia, podrán olvidarse sus ejemplares
páginas".