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lunes, 1 de julio de 2019

EL PLACER DE PENSAR



Si dedicamos una de nuestras entradas al mero objetivo de transcribir una cita, como en este caso, es porque se trata de palabras que nos hubiera gustado expresar a nosotros mismos mientras, a la vez, somos sabedores de que jamás podríamos hacerlo tan bien como su autor, Paolo Mantegazza. Disfrútenlo:

Hay tanta voluptuosidad en el trabajo de la mente, que puede alegrar toda una existencia o consolarnos de todas las miserias grandes o pequeñas que nos pinchan o hieren durante nuestro camino. No puedo callar que el placer de pensar, aunque independientemente de cualquier objeto, de cualquier premio, es uno de los más grandes de la vida. Las sensaciones nos llegan de todas partes y apenas llegan a nosotros se transforman en ideas. El movimiento empieza activo y ordenado y de todas partes un nuevo estremecimiento nos advierte que un nuevo mecanismo se ha puesto en movimiento. Aquí una idea, tropezando con un diente de la rueda que abre los archivos de la memoria, suscita por analogía una idea histórica; allí una combinación de juicios ha hecho brotar un rayo de luz o una centella. La luz que ilumina el gran taller se colorea de pronto con los colores del iris que se reflejan sobre todas las maquinarias y los obreros. Y todos estos accidentes de un taller, trabajados, se reflejan en el espejo de la conciencia, donde el yo mira y sonríe. No vayáis a creer que yo exagere o haga el poeta. No todos los que piensan con voluptuosidad agotan de la misma manera el placer que prueban, pero todos sienten que es un placer indefinible, que nunca acaba y siempre se renueva; que es acaso frío y calmo, pero que se puede amar como un placer del corazón.


LA CIENCIA...


Tengo la constante impresión de que estamos demasiado acostumbrados a emplear el término "ciencia" como sinónimo de "ciencias naturales"; es un error que resulta perdonable cuando lo comete el público en general (si se menciona la figura del científico, cualquier ciudadano imaginará a un señor con bata blanca en un laboratorio de física, de química o de biología más bien que a un matemático frente a una pizarra u ordenador o mucho menos a un lingüista, un sociólogo o un arqueólogo,... y, sí, además, como hemos dicho, lo imaginará "señor" y posiblemente caucásico, pero ese es otro tema y deberá ser tratado en otra ocasión), pero no tanto cuando quienes incurrimos en él somos aquellos que estamos interesados o nos dedicamos o estamos más próximos a estos asuntos que el común de las personas. Por supuesto, entre "los nuestros" siempre aparecerá quien cuya respuesta sea negar la mayor aduciendo que no se trata de un error, sino que efectivamente la única ciencia "de verdad" la encontramos en las ciencias naturales, y que jamás deberíamos aplicar (¡sacrilegio!) semejante calificativo a las llamadas "ciencias humanas y/o sociales" (quienes sostienen esta postura, al mismo tiempo y sin pretenderlo, parecen olvidarse siempre también de las ciencias formales). A mí esto no deja de recordarme a la falacia del auténtico escocés. Una vía habitual para responder es la de afirmar que científica sería toda disciplina que emplea el método científico. Pero esto acaba resultando tautológico, como aquella evasiva (ante esa temible pregunta que nunca sabemos cómo responder) de "filosofía es lo que hacen los filósofos". Porque el problema es que en ese caso probablemente se dará por supuesto que cuando hablamos de "método científico" hablamos del método experimental. Y esto no resuelve la dificultad sino que abunda en ella, pues supone sumar una segunda petición de principio a la primera que ya teníamos: aquella de que "ciencia" es "ciencia natural"; vamos, la que emplea el método experimental, con lo que no nos hemos desplazado ni un milímetro de donde estábamos. Y encima ni siquiera es cierto que todas las ciencias naturales recurran de manera única o ni siquiera preponderante al método experimental. Con lo que, a mi parecer, quienes dan por supuesto que "ciencia" es igual y sólo igual a "ciencia natural" no hacen más que encadenar una serie de errores conceptuales. Y creo que ni mucho menos por ignorancia o falta de capacidad de reflexión sobre el asunto, sino más bien por cierto hábito mental que, sin darnos ni siquiera cuenta, nos dirige a ese tópico (quizás condicionado históricamente a partir de la revolución científica de comienzos de la modernidad, aunque no entraremos en ello para no extendernos ni divagar en exceso).

Frente a todo lo anterior, personalmente prefiero tirar por el camino de la etimología y considerar que la "ciencia", es decir, la latina scientia (equivalente a la episteme griega) no es más que conocimiento. Todo aquel conocimiento que podamos considerar verdadero (en la limitada medida en que podemos calificar algo como "verdad", nunca en un sentido dogmáticamente absoluto; pero no entremos por ahí que nos llevaría por otro camino de discusión también muy complejo), pues nunca decimos que "conocemos" algo sin un cierto grado de pretensión de verdad (y tampoco entremos en el asunto de cómo podemos justificar semejante pretensión). De tal manera, la física sería una ciencia, porque nos aporta el conocimiento, por ejemplo, de que la materia se compone de partículas atómicas, o la zoología, porque nos aporta el conocimiento de en qué zonas geográficas habitan pingüinos. Pero también lo sería la historia, porque nos aporta el conocimiento de que Napoleón gobernó Francia. Aunque al mismo tiempo resulte evidente que los respectivos conocimientos aportados por cada una de ellas no se descubren ni se justifican (por hacer alusión a los dos célebres contextos) de la misma manera, y que, por lo tanto, aun siendo todas ellas ciencias, no lo serían de igual modo.

BIBLIOGRAFÍA EN ESPAÑOL SOBRE LÓGICA INFORMAL Y TEORÍA DE LA ARGUMENTACIÓN





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