"La razón no es todopoderosa. Es una trabajadora tenaz, tanteadora, cauta, crítica, implacable, deseosa de escuchar y discutir, arriesgada." (Karl R. Popper)
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martes, 1 de diciembre de 2020
HUMANIDAD EN EXTINCIÓN
RIDLEY: "QUÉ NOS HACE HUMANOS"
Matt Ridley
(Nature via nurture. Genes, experience and what makes us humans)
Traducción de Teresa Carretero e Irene Cifuentes
Año de publicación: 2003
Edición: Taurus, Madrid, 2004
SÁNCHEZ: "SIMONE DE BEAUVOIR. DEL SEXO AL GÉNERO"
Cristina Sánchez Muñoz
Simone de Beauvoir. Del sexo al género
Shackleton Books, 2019
Tal como dijimos en una entrada anterior, a propósito del libro Un paseo por la vida de Simone de Beauvoir, de Carmen G. de la Cueva, la bibliografía en español sobre esta pensadora no resulta tan abundante como sería de desear. Por ello recibimos con agrado este breve texto que constituye una buena introducción a una de las más destacadas representantes de la filosofía existencialista. Posee ese valor introductorio a que nos hemos referido por dos razones. En primer lugar, porque aúna de manera muy equilibrada el tratamiento de diversos aspectos cuyo conjunto ofrece una buena panorámica de todo aquello que es necesario conocer para aproximarse a Beauvoir: su peripecia vital, su pensamiento, su obra (si bien centrándose en la ensayística para dejar de lado la narrativa) y su lugar dentro de la trayectoria del feminismo y de las teorías sobre el género. En segundo lugar, porque, aunque pueda servir muy bien, por lo antes dicho, para una primera aproximación al personaje y sus ideas, no tanto si lo que se desea es profundizar mínimamente en ello, para lo cual el lector deberá dirigirse a otras obras.
Así, a lo largo de los sucesivos capítulos, la autora (especialista en Arendt y en feminismo contemporáneo) va desgranando de manera entremezclada datos biográficos e ideas teóricas, centrándose básicamente en lo expuesto en El segundo sexo, la obra cumbre de Beauvoir, aunque también también se ocupe, de modo más breve, de sus otros ensayos. Es de destacar el modo sencillo y accesible en que son presentadas las ideas de Beauvoir, y, sobre todo, el hincapie que se hace en el trasfondo teórico existencialista de su obra. A menudo, Simone de Beauvoir es vista fundamentalmente como una pensadora feminista, cuando en realidad, al menos en la época de la redacción de El segundo sexo (su conciencia y militancia feministas llegarían años después), no es sino una filósofa existencialista que decide aplicar a un determinado fenómeno, en este caso el de la condición de la mujer, la metodología de investigación propugnada por esta escuela de pensamiento. El existencialismo francés está siendo construido en esos mismos momentos por Sartre y ella misma, que no deja de realizar aportaciones propias y originales. De hecho, El segundo sexo sería una de las primeras investigaciones fenomenológico-existencialistas publicadas, y nos atreveríamos a decir que una de las más destacadas, por su exhaustividad y la calidad de su desarrollo. Semejantes significado y valor, tanto de la obra como de su autora, para la historia de la filosofía, parecen haber quedado eclipsados ante su influencia en el pensamiento feminista (no menos importante, desde luego).
Otro elemento de especial interés de este libro reside en un tramo final dedicado al diálogo con el pensamiento de Beauvoir por parte de planteamientos teóricos posteriores como son el feminismo de la diferencia o la teoría queer.
Concluyamos diciendo que este sería el libro que recomendaríamos, por las razones que mencionamos al comienzo de este comentario, a quien, desde el desconocimiento, desease aproximarse por vez primera a uno de los personajes fundamentales de la historia del pensamiento occidental.
domingo, 1 de noviembre de 2020
LIBERTAD
Si la libertad significa algo, es el derecho de decir a los demás lo que no quieren oír.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpDlp4Ycw0ShCTvb_J9RhVq3F7trr6DcjxhOKvGzVrGsm81NxBTKqqefDkaacXa-N1LesL86c4Yo1E2fE6EL2Hiug2VsYd2ET49febhu7CZcSQ_G8AO8b5t3yWXpmgTBRn8VNOepI3YvE/s200/t%25C3%25A1cito.jpeg)
¿TODAS LAS OPINIONES SON RESPETABLES? NO
Tomemos, por ejemplo, uno de nuestros debates televisivos de corte popular en el que se afronte alguna cuestión peliaguda como los platillos volantes, la astrología, (sobre este tema hubo uno reciente muy movido, en el que Gustavo Bueno y dos astrofísicos se enfrentaban a una selección de embaucadores particularmente correosa que contaba con la simpatía beocia de la audiencia), la curación mágica de enfermedades o la inmortalidad del alma. Cualquiera de los participantes puede iniciar su intervención diciendo: "Yo opino...". Pues bien, esa cláusula aparentemente modesta y restrictiva suele funcionar de hecho como todo lo contrario. Y es que hay dos usos diferentes, opuestos diría yo, del opinar. Según el primero de ellos, advierto con mi "yo opino" que no estoy seguro de lo que voy a decir, que se trata tan sólo de una conclusión que he sacado a partir de argumentos no concluyentes y que estoy dispuesto a revisarla si se me brindan pruebas contrarias o razonamientos mejor fundados. En ningún caso diría "yo opino" para luego aseverar que dos más dos son cuatro o que París es la capital de Francia: lo que precisamente advierto con esa fórmula cautelar es que no estoy tan seguro de lo que aventuro a continuación como de esas certezas ejemplares. Éste es el uso impecable de la opinión.
Pero, en otros casos, decir "yo opino" viene a significar algo muy distinto. Prevengo a quien me escucha de que la aseveración que formulo es mía, que la respaldo con todo mi ser y que, por tanto, no estoy dispuesto a discutirla con cualquier advenedizo ni a modificarla simplemente porque se me ofrezcan argumentos adversos que demuestren su falsedad. Theodor Adorno, en un excelente artículo titulado Opinión, demencia, sociedad, describe así esta actitud: "El yo opino no restringe aquí el juicio hipotético, sino que lo subraya. En cuanto alguien proclama como suya una opinión nada certera, no corroborada por experiencia alguna, sin reflexión sucinta, le otorga, por mucho que quiera restringirla, la autoridad de la confesión por medio de la relación consigo mismo como sujeto". Este modelo de opinante convierte cualquier ataque a su opinión en una ofensa a su propia persona. Para él, lo concluyente en refrendo de un dictamen no son las pruebas ni las razones que lo apoyan, sino el hecho de que alguien lo formula rotundamente como propio, identificando su dignidad con la veracidad de lo que sostiene. Como cada cual tiene derecho a su opinión, lo que nadie puede recusar, se entiende que todas las opiniones no son del mismo rango y conllevan la misma fuerza resolutiva, lo cual destruye cualquier pretensión objetiva de verdad. Este es el uso espurio de la opinión.
En el debate televisivo al que antes aludíamos, cualquier pretensión de acuerdo sobre lo plausible suele quedar descartado de antemano. Quien insiste en que no se tome por aceptable más que lo racionalmente justificado sienta de inmediato plaza de intransigente o dogmático, vicios de lo más detestables. La resurrección de los muertos y la función clorofílica de ciertas plantas pasan por ser opiniones igualmente respetables; el que no lo cree así y protesta está ofendiendo a sus interlocutores, conculcando su básico derecho humano a sostener con pasión lo inverificable. La actitud de quien gracias a su fe particular "lo tiene todo claro" se presenta no sólo como perfectamente respetable desde la discreción cortés, sino hasta desde el punto de vista científico. En esos programas no hay disparate que no se presente como avalado por "importantes científicos". Si es así, ¿por qué nunca habíamos oído hablar de ello? Nos lo aclaran enseguida: porque lo impide la ciencia "oficial", mafia misteriosa al servicio de los más inconfesables intereses. Otros, menos paranoicos, pero más descarados convierten la propia ciencia moderna en aval de la irracionalidad desaforada. Recuerdo un espacio televisivo en que discutían casos de "combustión espontánea" que aquejan a determinadas personas por causas impenetrables, aunque probablemente extraterrestres. Un reputado físico argumentaba educadamente contra varios farsantes, todos los cuales tenían muy clara su "respetable" opinión. Cuando se mencionó el método científico, uno de los embaucadores -parapsicólogo o cosa semejante- pontificó muy serio: "Mire usted: la ciencia moderna se basa en dos principios, el de relatividad, que dice que todo es relativo, y el de incertidumbre, que asegura que no podemos estar seguros de nada. Así que tanto vale lo que usted dice como lo que digo yo y ¡viva la combustión espontánea!".
DI TROCCHIO: "LAS MENTIRAS DE LA CIENCIA"
Las mentiras de la ciencia. ¿Por qué y cómo nos engañan los científicos?
(Le bugie della scienza. Perché e come gli scienziati imbrogliano)
Traducción de Constanza V. Meyer
Año de publicación: 1993
Edición: Alianza Editorial, Madrid, 2003 (2ª ed., 2ª reimpresión)
Caso abierto en el momento de redacción del libro (que es de 1993, habiendo acontecido el supuesto hallazgo en el 90), Di Trocchio expresa sus sospechas de que se trata de un fraude. Efectivamente, así se descubriría posteriormente: las pinturas habrían sido realizadas por el propio Ruíz. Además de los indicios en esa dirección que apunta Di Trocchio, la prueba definitiva de ello sería el descubrimiento de unos restos de estropajo doméstico adheridos a las pinturas.
jueves, 1 de octubre de 2020
BAGGINI: "¿SE CREEN QUE SOMOS TONTOS?"
Julian Baggini
Traducción de Pablo Hermida Lazcano
Año de publicación: 2008
Edición: Paidós, Barcelona, 2010
POPPER DIXIT
Antidogmatismo, crítica y autocrítica radicales, modestia y prudencia intelectuales, sin miedo al error sino abrazándolo como a un aliado, el rechazo de las verdades absolutas como único camino hacia la verdad, la mejora continua e inacabable en el conocimiento, una "búsqueda sin término"...