Buscar en este blog

domingo, 1 de diciembre de 2019

G. DE LA CUEVA: "UN PASEO POR LA VIDA DE SIMONE DE BEAUVOIR"





Carmen G. de la Cueva
Un paseo por la vida de Simone de Beauvoir
Ilustrado por Malota
Lumen, Barcelona, 2018

   
“Para escribir la primera condición es que la realidad haya dejado de darse por sentada; solo entonces una es capaz de verla y hacerla ver.”
(Simone de Beauvoir) 

Conocer a Simone de Beauvoir y su pensamiento no es algo baladí, aunque haya quien pueda creerlo. Recuerdo que cuando este nombre fue incluido en el programa de autores del examen de Filosofía que forma parte de la prueba de acceso a la universidad en la Comunidad Valenciana (aproximadamente en 2009, si no recuerdo mal), escuché a un compañero profesor de esta materia criticar la decisión argumentando que respondía meramente a la pretensión de satisfacer la exigencia de corrección política cubriendo la cuota femenina, ya que Beauvoir no había aportado nada de suficiente enjundia como para considerarla merecedora de codearse con Platón, Descartes o Nietzsche en el susodicho programa de autores (todos varones hasta ese momento, como lo son quienes ocupan los manuales al uso de historia de la filosofía). Sin entrar a valorar la primera parte de la objeción, discrepo totalmente de la segunda. Y ello porque estamos hablando de quien desveló plenamente las implicaciones del concepto de género (si bien ella nunca emplearía ese término), anticipado en el campo de la antropología por Margaret Mead en los años treinta del siglo XX y definido explícitamente por la psicología un par de décadas después. Pero quien realizaría el primer análisis en profundidad (y referencia ineludible para cualquier otro que pueda haber venido después) de este fenómeno y, sobre todo, sacaría a la luz su efecto en la construcción de la categoría “mujer”, fue Simone de Beauvoir. Teniendo en cuenta que dicho efecto ha tenido como consecuencia que la mitad de la humanidad se haya encontrado relegada y subordinada a la otra mitad desde el principio de los tiempos y hasta el día de hoy, no parece que semejante aportación teórica se pueda considerar precisamente algo de relevancia menor en la historia del pensamiento. Y, posiblemente, el hecho de que haya quien lo considere así no sea sino una evidencia más a favor de la teoría de Beauvoir, a fin de cuentas nada más que una mujer. El “segundo sexo”, por tanto, ocupando el lugar secundario que le correspondería en el canon de la historiografía filosófica. En un determinado momento del libro que nos ocupa, su autora nos remite a una reflexión de Sarah Bakewell, otra estudiosa de la filósofa, referida precisamente a esto. Según Bakewell, Beauvoir lleva a cabo una hazaña equiparable a las de Darwin, Freud o Marx, autores que, como sabemos, desvelaron aspectos de la condición humana que habrían obligado a una radical reevaluación de la misma. ¿Por qué, entonces, nunca ha sido alineada junto a otros “filósofos de la sospecha”? Tal vez, precisamente, por no tratarse de un “filósofo” sino de una “filósofa”.

Teniendo en cuenta, por lo tanto, el más que justificable interés de aproximarse a Simone de Beauvoir, el hecho de que la bibliografía en español acerca de ella no sea precisamente abundante aporta un valor añadido a este volumen que cuenta también con otros méritos. Nos encontramos ante un texto biográfico, pero muy lejos de una de esas sesudas biografías densas y cargadas de datos objetivos. Tampoco expone, al hilo de la narración de los acontecimientos vitales de la pensadora, sus principales ideas, siquiera de un modo somero (como en numerosas ocasiones sucede en las biografías de filósofos). Lo que nos encontramos aquí es más bien la pretensión de llevar a cabo un retrato de la protagonista a partir de las circunstancias de su existencia. El eludir las exigencias más academicistas también conduce a que el libro adolezca de algunas deficiencias, como la ausencia de las referencias bibliográficas de rigor en los momentos (escasos, por otra parte) en que la autora cita las propias palabras de la biografiada, las cuales hubiéramos agradecido por su utilidad.

Por otra parte, si queremos terminar de definir el carácter de este texto, resulta necesario reseñar la peculiaridad de que su autora, a lo largo de todo el libro, vaya salpicando la narración de la trayectoria vital de Beauvoir con alusiones a su propia experiencia con la obra y la figura de la filósofa, constatando lo que ha significado para ella en su formación como persona y como feminista (lo cual se refleja especialmente en el Epílogo). Con lo que aquí no sólo asistimos a la vida de Beauvoir, sino también a un testimonio del efecto e influencia que haya podido ejercer en tantas mujeres.

La narración arranca con la infancia y adolescencia de la protagonista, cuyo entorno familiar nos es presentado. Ya desde los primeros momentos de su vida se manifiesta una pasión por la literatura que se constituirá en seña de identidad de Beauvoir durante toda su existencia, produciéndose incluso ciertos tanteos infantiles con la escritura, la cual acabará convirtiéndose para ella en una auténtica opción vital (“Cuanto deseaba era «una pluma, papel y saber cómo emplearlos»”). También resulta interesante su vivencia de la condición femenina en estos primeros años, la cual anticipa las que serán las directrices vitales de la Beauvoir adulta, concordantes a su vez con los postulados de sus teorías. Así, desde temprana edad se presenta en ella el deseo de huir del modelo tradicional de mujer relegada al ámbito doméstico, en beneficio de la posibilidad de decidir sobre su propio destino con el fin de construirse una vida propia alrededor de la tarea intelectual. Semejante ambición acabaría cumpliéndose, aunque quizás no hubiese sido así si en un primer momento las circunstancias de su situación familiar (en el aspecto económico, en particular) no la hubieran encaminado hacia los estudios y el ejercicio de una profesión en lugar del previsible destino matrimonial.

Al mismo tiempo que continúan las experiencias primerizas en la creación literaria, se despierta su vocación filosófica, arrancando así la etapa de estudios universitarios. Será en este periodo cuando comenzará su relación con Jean-Paul Sartre, en ese momento un joven universitario, el cual llegaría a ser el padre del existencialismo francés. Se crearía entre ambos un profundo vínculo tanto sentimental como intelectual que se prolongaría durante el resto de sus vidas. Una relación muy peculiar, de carácter abierto, a menudo mantenida desde la distancia, y en la que su "amor necesario" se vería complementado por numerosos "amores contingentes" tanto por una parte como por la otra, e incluso compartidos en alguna ocasión. 

Nos han resultado especialmente deliciosas las páginas en que se recrea la vida en París de una Simone que disfruta con fruición de la independencia ansiada desde años ha, con su tiempo repartido entre la lectura, los cafés y la labor como docente de filosofía. O dedicado, en este caso durante su estancia en Marsella, a cultivar su vocación de flâneuse (en nuestra opinión, una acción reivindicativa feminista en sí misma, teniendo en cuenta los impedimentos que tradicionalmente ha encontrado la mujer para desenvolverse en el espacio público con la libertad y las garantías de seguridad de que disfrutaría cualquier varón). Lamentablemente, todo ello no tardaría en verse turbado por la vivencia de los acontecimientos de la II Guerra Mundial vistos desde el París ocupado.

Tras la guerra, a finales de la decáda de los 40, su estancia de unos meses en Estados Unidos, donde acudiría a ofrecer una serie de conferencias, le permitiría conocer un mundo muy distinto del europeo, y que le resultaría tan fascinante, al menos en el caso particular de Nueva York, que llegaría nada menos que a rivalizar con su queridísimo París. Este viaje también le aportaría la segunda relación amorosa más importante de su vida, mantenida con el escritor Nelson Algren.

Y así acabaría llegando el gran hito en la trayectoria intelectual de Beauvoir, la obra que la hace merecedora de formar parte de la primera fila de los pensadores de la historia: El segundo sexo. Tras enumerar algunos de los avatares de su redacción y edición, el texto se detiene, especialmente, en la repercusión obtenida por su publicación, en la que destacan las reacciones negativas. Desautorizado, vilipendiado o simplemente incomprendido,… calificado como “abyecto” o “corrupto”,… atacado por un espectro tan amplio que abarcaría desde Albert Camus hasta el Vaticano, el libro de Beauvoir demostraría, precisamente por esas mismas virulentas reacciones a la defensiva, haber puesto el dedo en la llaga del patriarcado de la manera más certera posible. Y no deja de resultar un interesante añadido la narración que ofrece G. de la Cueva del periplo editorial en España de El segundo sexo, censura incluida.

No obstante, aunque la obra anteriormente mencionada sea con diferencia aquella con la que más se identifica el nombre de nuestra protagonista, su producción no se limita a la misma, ya que desarrollaría toda una trayectoria literaria, tanto ensayística como novelística. En esta segunda faceta, aunque conocería momentos desiguales, alcanzaría su consagración en 1954 con la obra Los mandarines, ganadora del premio Goncourt, el más prestigioso galardón literario de Francia.

Resulta llamativo que uno de los pilares teóricos del movimiento feminista desde la segunda mitad del siglo XX no se considerase tal hasta bien avanzada su vida. Sólo a partir de 1970, ya con más de sesenta años, Beauvoir comienza a colaborar con un activismo feminista que la reclama como madre ideológica (se relata en particular su intervención en las movilizaciones por el derecho al aborto en Francia). Es más: no es sino hasta esos momentos que se produce su declaración explícita como feminista, y no solo como la socialista que hasta ese momento había constituido su única identidad ideológica: “Ahora, entiendo por feminismo el hecho de luchar por reivindicaciones propiamente femeninas, paralelamente a la lucha de clases, y me considero feminista”. Y ello, repetimos, quien ya dos décadas antes había sentado las más sólidas bases teóricas de que ha dispuesto jamás el feminismo.

Como dijimos al comienzo, no disponemos de tanta bibliografía en español acerca de Simone de Beauvoir como para despreciar la ocasión de prestar atención a este título, el cual, además, goza de la cualidad de resultar una lectura extremadamente amena y ligera. Por ello, se presenta como muy adecuado a modo de introducción a la filósofa para un público no circunscrito al especialista. Para ser perfecto en este sentido, tan solo le faltaría incluir algún apunte acerca de las ideas de la protagonista, aunque fuese lo mínimo para terminar de despertar en el lector las ganas de aproximarse a su obra. En cualquier caso, si se desea continuar profundizando, puede servir de gran ayuda la muy bien seleccionada bibliografía que se incluye.

Y no podemos cerrar esta reseña sin hacer mención de los aspectos formales de la edición: tapa dura, papel de buen gramaje y abundantes y muy bonitas ilustraciones de Mar Hernández (Malota). Y, como propina, un mapa de París señalando los lugares importantes en la vida de nuestra filósofa, que bien puedes utilizar para organizarte un “tour Beauvoir” en tu próxima visita a esa ciudad (yo, personalmente, pienso hacerlo; o, al menos, saborear una de esas carísimas cervezas parisinas en la terraza de Le Deux Magots, uno de los cafés favoritos de Simone). Todo ello conforma un bonito objeto para el bibliófilo, de los que da gusto tener entre las manos y ante la vista, ayudándonos a recordar que hay ocasiones en que un archivo pdf no puede ser en absoluto lo mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.